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MI AUTOBIOGRAFÍA LINGÜÍSTICA
Mi nombre es Helena y voy a tratar de resumir mi autobiografía lingüística tomando como referencia el Portfolio Europeu de las lenguas (2004), que nos proporciona una guía para explicar qué, cómo, cuando, por qué usamos determinadas lenguas.
Personalmente, tengo como principales lenguas de uso el catalán y el castellano:
- El catalán es mi lengua materna, con el cual sé leer, escribir, hablar. Además, también escucho música en catalán como Txarango o Doctor Prats. He aprendido esta lengua en casa (lengua habitual con mi madre y hermanos) y en el colegio (en Cataluña es la lengua vehicular). También hablo el catalán habitualmente con algunos de mis amigos, ya sea a través de las redes sociales o en persona.
- El castellano es mi lengua paterna, y puedo leerlo, escribirlo, hablarlo y escuchar música. Además, como mi padre es de procedencia gallega, conozco la variedad galaicoportuguesa. Hablo gallego con mi familia paterna desde que era pequeña, así que lo entiendo, hablo y escribo aunque no con la misma fluidez que el catalán o el castellano.
El castellano, a parte de ser mi lengua paterna y habar cursado castellano durante toda la etapa escolar, también decidí estudiar filología hispánica, por lo que mi nivel de vocabulario, léxico y gramática en este idioma aumentó considerablemente.
En cuanto a lenguas extranjeras, sé hablar y escribir el inglés (nivel C1). No obstante, no con la misma fluidez que el catalán o el castellano (lenguas en las que pienso), ya que no es mi lengua materna o paterna y tampoco tengo amigos cercanos con los que hablarla. Aprendí la lengua inglesa yendo a una academia durante muchos años, hasta sacarme el nivel Advanced de las pruebas de Cambridge (a parte de que en el colegio hasta Bachillerato he tenido la asignatura de inglés, aunque era un nivel muy básico). Además, he ido durante 4 años de intercambio a Inglaterra durante dos semanas en verano. Sin embargo, desde que dejé de ir a la academia y hacer los intercambios en verano, mi nivel y fluidez en habla inglesa ha decaído, pues no lo hablo con nadie de mi alrededor. No obstante, sigo viendo películas y series en inglés y escuchando música, lo cual me ha permitido seguir manteniendo el nivel de comprensión y escritura del idioma.
Aún hablando tres idiomas distintos, siempre hay uno con el que te identificas más, con el que piensas y decides en tu cabeza. Este, para mí, es el castellano. De hecho, es la lengua que elegí para formarme como filóloga y, actualmente, como profesora. En segundo puesto, por supuesto, iría el catalán, ya que es mi lengua materna y también lo hablo diariamente con muchos amigos.
Siempre he querido aprender más idiomas (de hecho, lo tengo pendiente), pero por falta de tiempo nunca he dado el paso de iniciar el conocimiento de una cuarta lengua. Me gustaría poder aprender francés o italiano. Pienso que tendría facilidad en aprenderlas, ya que se trata de lenguas latinas y, por ello, mantienen estructuras parecidas con las demás lenguas románicas. El hecho de haber estudiado latín en bachillerato y durante toda la carrera, me ha permitido conocer esas estructuras que compartimos con lenguas como el francés, italiano o rumano.
Podría mencionar un comentario típico que me hacen unos amigos que tengo en Zaragoza: “Hablas como perfecto, sin acento de ningún sitio”, refiriéndose al castellano. Suele pasar que los que somos de Cataluña (a no ser que seamos muy de pueblo y prácticamente solo hablemos catalán) tenemos pocos rasgos lingüísticos que caractericen nuestro castellano (no ceceamos, ni seseamos, ni aspiramos consonantes en posición final…). En definitiva, en Cataluña hablamos una castellano bastante “puro”, tal como se escribe.
BIBLIOGRAFÍA
- Consell d’Europa (2004). Portfolio Europeu de les llengües. http://sepie.es/doc/portfolio/biografiaDossierSecundariacatalan.pdf
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Hola Mireia,
He parado en tu reflexión porque me ha parecido muy interesante e importante la relevancia que otorgas a la figura docente y a trabajar su formación delante del aprendizaje competencial y significativo.
Los cambios en el medioambiente, la globalización, la tecnología, la gobernanza o el mercado de trabajo, entre otros, han propiciado una evolución en la sociedad. Este nuevo escenario que va configurándose continuamente explicita, como bien dices, partir de una base educativa diferente a la tradicional (configurada para responder a las necesidades de un tipo de sociedad que poco se asemeja a la actual), para formar a unos ciudadanos en el presente que sepan actuar de forma activa, crítica y responsable en la sociedad del futuro.
Ante este panorama, las instituciones educativas han iniciado un proceso de reflexión sobre qué y cómo enseñar, aunque han dejado un margen de libertad de elección para los centros educativos.
Esta nueva propuesta es beneficiosa, ya que cada contexto educativo cuenta con unas características socioculturales concretas y, por tanto, facilita la adaptación de los pilares fundamentales que establece el nuevo currículo.
Sin embargo, no todo radica en la reconfiguración del currículo. Como bien apuntas, también es necesario revisar y resolver todos los campos y problemas que están relacionados directamente con la educación. Aquí destacas la formación de los docentes, que a veces no cuentan con las bases necesarias para comprender estas propuestas de cambio ni para llevarlas a cabo; están acostumbrados a proceder del modo en el que se formaron y en el que llevan años enseñando, es decir, de forma mecánica.
Por esta razón, también pueden llegar a malentender que el aprendizaje competencial deja de lado los saberes fundamentales de las áreas disciplinarias y únicamente se centra en la práctica, convirtiendo la educación en un mero regalo. Sin embargo, es todo lo contrario, ya que el aprendizaje competencial necesita partir y hacer entender los saberes para que, posteriormente, se sepan llevar a la práctica de manera competente.
Esta concepción explicita que el aprendizaje competencial y significativo no es más fácil, sino más complejo, ya que “implica reflexionar sobre la relevancia cultural de los aprendizajes y la función social de la educación escolar” (Coll, 2007, p. 38); es decir, supone:
saber qué conocimientos previos tiene el alumnado para asegurar la diferenciación progresiva y la secuenciación lógica de los nuevos conocimientos con el fin de consolidarlos (Rodríguez, 2011, p. 43);
saber interrelacionar las áreas disciplinarias (sus conceptos teóricos y factuales, procedimientos y actitudes) tal como se dan en la realidad (Zabala y Arnau, 2007, p. 40-43);
contextualizar y poner en práctica los conocimientos y conceptos en situaciones verosímiles para que se desarrollen esquemas de actuación aplicables en la vida real (Zabala y Arnau, 2007, p. 40-43).
Todo ello demuestra que la propia lógica de los campos disciplinarios (enseñanza tradicional) no es suficiente para anclar el conocimiento de forma funcional, interdisciplinaria y significativa para el reto que supone la vida en la actualidad.
En definitiva, no solo es necesario el cambio del paradigma educativo, también es necesario fomentar y actualizar la formación de los docentes, tanto los que se incorporan como los que llevan años educando. El objetivo es que entiendan la nueva realidad y reflexionen cómo aproximarla a las aulas con el fin de preparar a los alumnos para el mundo y la vida que les espera en el mañana. Los tiempos cambian y todos debemos cambiar con ellos.
Muchas gracias por tu punto de vista.
Nos seguimos leyendo.
Ana Lopez Sanz